lunes, 18 de mayo de 2009

Vivir Adrede

El viernes pasado tuve el regalo de vivir el ahora, cuando llegué a casa recibí otra sorpresa, un libro que se titula "vivir adrede". No sabía que iba a ser el preámbulo de la despedida de esta vida de mi escritor favorito, Mario Benedetti. Esta mañana amanecí con la noticia, y como si fuese un familiar, dos lágrimas corrieron por mis mejillas, como si me hubiese pillado por sorpresa, con sus 88 años y los 3 o 4 ingresos hospitalarios que ha tenido este año. Una cree que los genios han de ser eternos, como lo son sus escritos. Descansa ya de tanto viaje, de tantos exilios y desexilios, que el reencuentro con Luz, tu compañera en esta vida haya sido luminoso. Como homenaje trascribo uno de tus escritos de este libro que me regalaron el viernes pasado.

40. Estan empero.

Los que no están, están empero. Cayeron como vamos a caer en nuestra noche. La leve eternidad ya les protege. Quedaron sus palabras, escritas o escuchadas, sus gestos de alegría, sus odas de amargura. Sus manos que aún dialogan a veces con mis manos.
El cielo que ellos vieron me está viendo, celeste. El mundo nos rodea, con ellos o sin ellos. Faltaron en el júbilo, cuando todos lloramos. Faltaron en la pena, cuando todos cantamos.
Si percibo en mi espalda algún abrazo, pienso que pueden ser. Pero no son. Están empero.
Quisiera introducirme en sus ausencias y preguntarles todo: qué se llevaron, qué dejaron. No es bueno convivir con el vacío.
El pasado, colmado de sus rostros, nos castiga y nos apremia. Reparte sus consejos, sus reproches. La memoria los junta. Y algo que vale: los que se fueron vuelven en los sueños. Bienvenidos.