También escribí el día 29 de Enero de 1998
"Desperté y abrí los ojos, abrí los ojos y además de ver me dediqué a observar. Y me observé, observé lo que pude observar de mí. Mis manos que se alzaron, que se movían. Mi mente dictaba y mis manos obedecían.
Bajé la vista y miré mi cuerpo, desde esa forma poco convencional de mirarse a una misma. Un paisaje de colinas y llanuras, y en el otro extremo, a lo lejos, mis pies.
Ordené a la rodilla derecha que se convirtiera en gran montaña, y mi cuerpo obediente volvió a transformar aquel paisaje que tan pocas veces me he parado a observar.
Me sorprendió el gran seísmo que produjo en mi pecho la gran concentración de oxígeno que hinchaba mis pulmones. Y decidí controlar también ese aire, pudiendo sentir todas y cada una de las moléculas de CO2 que dejaba salir por mis entreabiertos labios, a los que no podía observar pero sí sentir o intuir. Fui consciente de que podía gobernar a cada parte de mi cuerpo, aunque no supiera el por qué, sin buscar explicaciones.
Después pensé en el día en el que no pudiera gobernar ese maravilloso ecosistema, ese día en el que mis pulmones no provocaran aquel movimiento sísmico que me recordaba que estaba viva. Y vi mi cuerpo convertido en flores y hojas, y me sentí feliz.
Quise controlar aquel ecosistema y entonces mecí mis hojas y mis flores al sol."
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